Para clasificar a las personas como pobres o no, se utiliza un indicador, normalmente el nivel de renta. La pobreza relativa hace referencia al número de personas/ hogares con un nivel de renta inferior al 60% respecto a la media de los ingresos anuales por unidad de consumo (utilizando la escala de la OCDE). Los ingresos por unidad de consumo se obtienen dividiendo los ingresos totales del hogar entre el número de unidades de consumo. La pobreza severa considera otro umbral de pobreza diferente, en este caso, renta inferior al 40% de la media de los ingresos anuales por unidad de consumo.

A la hora de realizar nuestras estimaciones hemos supuesto una caída del PIB y del PIB per cápita del 9% durante este año 2020. Asimismo, asumimos que la tasa de paro alcanzará el 19%, frente al 13% actual. Estos supuestos están en línea con los ofrecidos por diferentes servicios de estudios y previsiones económicas, tanto públicos como privados. De hecho, el Banco de España anuncia una caída del PIB de entre 9 y 15%. A partir de aquí, utilizamos datos del INE referidos a la probabilidad de encontrarse en el paro según decil de renta. Esto nos permite calcular cuál será la nueva distribución de la renta con una tasa de paro 6 puntos porcentuales superior.

Son datos de Forbes, que el 18 de marzo (a principio del confinamiento) publicó su informe anual con la lista de las personas más ricas del mundo y sus ganancias (el dato de Forbes hace referencia a personas millonarias, no a empresas). Con ese dato no estamos criticando a los millonarios, para los cuáles el valor de su riqueza ha aumentado durante los primeros latigazos de la pandemia, simplemente estamos dando datos comprobados que reflejan realidades muy diferentes cuando lo comparamos con la evolución de la pobreza y el desempleo para el mismo periodo. Lo que estamos valorando es cómo impacta a los millonarios y al resto de la población las medidas de cierre económico de la pandemia. La importante acumulación de riqueza en manos de unos pocos millonarios les hace más fácil adaptarse a la crisis y diversificar sus carteras hacia otro tipo de activos, una opción que no tienen los hogares más pobres, que sufren una pérdida de ingresos, que en muchos casos les impide llegar a fin de mes.

Lo primero: lo que estamos pidiendo es regularizar de manera extraordinaria a las personas que ya están en España. Por tanto, eso no implica que se regularicen las nuevas entradas, aunque nos parece injusto verlo así porque si algo nos ha enseñado el COVID es que la mayoría de quienes han cuidado a ancianos en residencias o casas, quienes han cuidado a los hijos de las personas que han tenido que seguir trabajando, los repartidores y agricultores son migrantes. Y dependemos de ellas. No podemos utilizarlas como mercancía que usamos a nuestra conveniencia, tenemos que asegurar sus derechos.

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