Las repercusiones mundiales de la crisis de Ucrania, que ya se están sintiendo en el rápido aumento de los precios de los alimentos, los productos básicos y la energía, podrían socavar los fondos de ayuda de los países donantes destinados a personas que sufren crisis humanitarias en otros lugares.
Dahab Ali y su hermano Galed, miembros de una familia desplazada de Etiopía. Foto: Petterik Wiggers / Oxfam
Oxfam Intermón ha expresado su preocupación por el hecho de que algunos Gobiernos estén cambiando los presupuestos de ayuda ya asignados para pagar la asistencia en la crisis ucraniana y los costes de acoger a los más de tres millones de personas que han huido recientemente. Otros países están obstaculizando la aprobación de fondos para otras crisis. La organización humanitaria insta a los donantes a satisfacer las necesidades de Ucrania con fondos nuevos.
Oxfam Intermón subraya que la UE ha reducido a más de la mitad su financiación humanitaria para Timor-Leste, por ejemplo, y que algunos donantes han indicado que reducirán su ayuda oficial al desarrollo a Burkina Faso en un 70 %, mientras que otros países de África Occidental están recibiendo noticias similares.
“La población de Yemen y Siria”, dice Franc Cortada, director de Oxfam Intermón, “todos esos millones de personas que ahora pasan hambre desesperadamente en África Oriental y Occidental, quienes aún se encuentran en campamentos en Bangladesh y otros lugares o las personas más afectadas por la COVID-19 y el cambio climático, entre otras crisis, no deben ser penalizadas ni pueden pagar el precio por nuestra obligación de atender al pueblo de Ucrania”.
Europa tiene un sombrío historial a sus espaldas. En 2015 –cuando el éxodo de Siria y otros países no llegaba ni a la mitad de las personas refugiadas que huyen en estos momentos de Ucrania, los países donantes respondieron aportando un promedio del 11 por ciento (15.400 millones de dólares estadounidenses) de sus compromisos de ayuda para esa respuesta.
“Debemos evitar que se repita lo que ocurrió entonces”, explica Franc Cortada, “cuando en la práctica, algunos países ricos gastaron sus presupuestos de cooperación en el ámbito nacional”. Cortada señala que hasta ahora solo se ha entregado el tres por ciento de los 6.000 millones de dólares que figuran en el llamamiento de Naciones Unidas para aliviar el hambre generalizada en Etiopía, Kenia, Somalia y Sudán del Sur, países del este de África afectados por una grave sequía.
“Somos conscientes de que los presupuestos de ayuda de los Gobiernos son finitos y de que necesitan tomar decisiones difíciles”, continúa Franc Cortada, “pero en lugar de dejar de tender la mano a otras crisis, necesitamos más imaginación. Cada día oímos hablar de la confiscación de súper yates y mansiones. Cada día, multimillonarios de todas las nacionalidades aumentan su riqueza obscenamente debido a la especulación, la reducción de impuestos y el aumento vertiginoso de los beneficios empresariales y los precios de las acciones. Rechazamos que haya que elegir entre ayudar a una persona refugiada de Ucrania o a una agricultora somalí hambrienta”.
“Enhorabuena a aquellos donantes que hacen lo correcto. Pedimos que quienes podemos permitírnoslo ayudemos y apoyemos a todas las personas necesitadas, al tiempo que redoblamos los esfuerzos para detener el conflicto y el cambio climático y reconstruir un sistema alimentario global”.
Notas para la edición:
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Periodista - Departamento de Comunicación
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