Los beneficios obtenidos por las empresas de hidrocarburos en menos de 18 días bastarían para financiar la totalidad de los llamamientos humanitarios de Naciones Unidas en 2022
© Andy Aitchison / Oxfam
Los 10 países más afectados por el cambio climático han sufrido un incremento del 123% del hambre severa en los últimos seis años, según un informe publicado hoy por Oxfam Intermón. Se trata de los países que han sumado un mayor número de llamamientos de emergencia de Naciones Unidas asociados a fenómenos meteorológicos extremos.
"El cambio climático ya no es una bomba de relojería: está explotando ante nuestros ojos”, dice Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional. “Está provocando que los fenómenos meteorológicos extremos, como las sequías, los ciclones y las inundaciones – que se han multiplicado por cinco en los últimos cincuenta años – sean más frecuentes y letales.”
El informe - Hambre y calentamiento global- ha revelado que esos 10 puntos críticos – Somalia, Haití, Yibuti, Kenia, Níger, Afganistán, Guatemala, Madagascar, Burkina Faso y Zimbabue – han sufrido repetidamente los embates de los fenómenos meteorológicos extremos durante las últimas dos décadas. En la actualidad, 48 millones de personas se encuentran en situación de hambre severa en estos países, frente a los 21 millones de personas de 2016. De ellas, 18 millones están al borde de la hambruna.
"Para los millones de personas que ya han sido golpeadas por los continuos conflictos, el aumento de la desigualdad y las crisis económicas", explica Bucher, "la recurrencia de las crisis climáticas se está convirtiendo en el golpe de gracia. La oleada de desastres climáticos supera con creces la capacidad de las personas pobres para hacerles frente, sumiéndolas aún más en una situación de hambre extrema".
A continuación, se resumen algunos ejemplos:
"Hemos pasado casi ocho días sin apenas comida", cuenta Mariana López, una madre que vive en la localidad de Naranjo, en el Corredor Seco de Guatemala. La sequía persistente la obligó a vender sus tierras.
El hambre derivada de los efectos del cambio climático es una clara muestra de la desigualdad mundial. Los países menos responsables de la crisis climática son no solo los que están sufriendo más sus efectos, sino los menos preparados para hacerles frente. En conjunto, estos 10 puntos críticos del cambio climático generan tan solo el 0,13% de las emisiones mundiales de carbono, y todos ellos se encuentran entre el tercio de países menos preparados para hacer frente al cambio climático.
Por el contrario, los países industrializados y contaminantes como los del G20 - que controlan el 80 % de la economía – son responsables, en conjunto, de más de tres cuartas partes de las emisiones mundiales de carbono.
Las y los dirigentes de estos países siguen apoyando a las riquísimas empresas contaminantes que, en muchos casos, proporcionan un importante apoyo a sus campañas electorales. El promedio diario de los beneficios obtenidos por las empresas de hidrocarburos en los últimos cincuenta años asciende a 2.800 millones de dólares estadounidenses. Los beneficios obtenidos por estas empresas en menos de 18 días bastarían para financiar la totalidad de los llamamientos humanitarios de Naciones Unidas en 2022, cuyo coste asciende a 49.000 millones de dólares.
Son necesarios cambios significativos en las políticas a fin de hacer frente a la doble crisis del cambio climático y el hambre. Si no se adoptan medidas inmediatas y de alcance masivo, la creciente espiral de hambre no se detendrá.
En vísperas de las reuniones de la Asamblea General de las Naciones Unidas esta semana, y de la COP27 que se celebrará en noviembre, las y los líderes de los países ricos y contaminantes - especialmente - deben cumplir con sus compromisos de reducción de emisiones. Deben financiar las medidas de adaptación y las pérdidas y daños en los países de renta baja, además de inyectar de manera inmediata los fondos necesarios para financiar el llamamiento de las Naciones Unidas, a fin de dar una respuesta absolutamente vital en los países más afectados.
"No podemos solucionar la crisis climática sin corregir las desigualdades estructurales de nuestros sistemas alimentario y energético. Aumentar los impuestos de los más contaminantes podría cubrir fácilmente los costes. Tan solo el 1 % del promedio de beneficios anuales de las empresas de hidrocarburos generaría 10.000 millones de dólares, una cantidad que bastaría para cubrir la mayor parte del déficit del llamamiento global de seguridad alimentaria lanzado por las Naciones Unidas", dice Bucher.
Asimismo, la cancelación de la deuda puede contribuir a que los Gobiernos liberen recursos para invertir en la mitigación del cambio climático.
"Los países más ricos y contaminantes tienen la responsabilidad moral de compensar a los países de renta baja más afectados por el cambio cambio climático. No es caridad: es una obligación ética", afirma Bucher.
Notas:
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Periodista - Departamento de Comunicación
Oxfam Intermón es miembro de la confederación internacional Oxfam.