En el Día Mundial de la Alimentación, Oxfam Intermón denuncia que el hambre alcanza máximos históricos en el Día Mundial de la Alimentación, poniendo en evidencia las deficiencias de las iniciativas mundiales para lograr la consolidación de la paz y la recuperación tras los conflictos
Tadelech Gebrihet ha vivido 60 de sus 70 años en Tigray, Etiopía, una región en conflicto que sufre altos niveles de inseguridad alimentaria. Foto: Zerubabel Tore / Oxfam
Un nuevo informe de Oxfam Intermón publicado con motivo del Día Mundial de la Alimentación señala que entre 7.000 y 21.000 personas mueren cada día de hambre en países afectados por conflictos.
El informe, titulado Food Wars ("Guerras alimentarias"), ha analizado 54 países afectados por conflictos y ha descubierto que estos concentran casi la totalidad de los 281,6 millones de personas que padecen hambre aguda actualmente. Asimismo, los conflictos en estos países han sido una de las principales causas de los desplazamientos forzosos, que hoy han alcanzado una cifra récord de más de 117 millones de personas.
El informe sostiene que la causa del hambre no es solamente el conflicto, sino que las partes beligerantes también están usando los alimentos como arma, lanzando ataques contra las infraestructuras alimentarias, hídricas y energéticas y bloqueando la ayuda alimentaria de forma deliberada.
"En un mundo asolado por los conflictos, el hambre se ha convertido en un arma letal del que las partes hacen uso, contradiciendo las leyes internacionales y provocando un alarmante aumento de las muertes y el sufrimiento. El hecho de que en el siglo XXI se siga sometiendo a la población civil a una muerte tan lenta supone un fracaso colectivo", ha afirmado Emily Farr, responsable de Seguridad Alimentaria y Económica de Oxfam Intermón.
"Las crisis alimentarias actuales son en gran medida provocadas. Cerca de medio millón de personas en Gaza —donde actualmente no llega el 83% de la ayuda alimentaria necesaria— y más de 750000 en Sudán se están muriendo de hambre debido a los efectos mortales de las guerras en los alimentos, que probablemente perdurarán a lo largo de generaciones".
El informe también ha constatado que la mayoría de los países analizados (34 de los 54) poseen abundantes recursos naturales, y dependen en gran medida de la exportación de materias primas. Por ejemplo, el 95% de los ingresos de las exportaciones de Sudán proceden del oro y el ganado; el 87% de los de Sudán del Sur, de los productos petrolíferos; y casi el 70% de los de Burundi, del café.
Entretanto, en América Central, las operaciones mineras han provocado conflictos violentos, forzando el desplazamiento de la población, que no puede seguir viviendo en un entorno tan degradado y contaminado.
Oxfam Intermón sostiene que, con demasiada frecuencia, las iniciativas actuales para lograr la consolidación de la paz y la reconstrucción tras los conflictos buscan fomentar la inversión extranjera e incentivar economías basadas en la exportación. Sin embargo, las tendencias liberales en materia económica generan mayor desigualdad y sufrimiento, y pueden llegar a reavivar los conflictos.
"No es casualidad que sean los países ricos en recursos naturales quienes a menudo sufran guerras, desplazamientos y niveles de hambre cuya combinación resulte letal. La explotación de estas materias primas suele generar más violencia, desigualdad, inestabilidad, y provocar nuevos conflictos. También con demasiada frecuencia, las inversiones privadas a gran escala —tanto extranjeras como nacionales— han agravado la inestabilidad política y económica de estos países, donde los inversores se hacen con el control de la tierra y los recursos hídricos, obligando a la población a abandonar sus hogares", ha afirmado Farr.
Los conflictos suelen acentuar otros factores, como los fenómenos climáticos, la inestabilidad económica o las desigualdades, devastando los medios de vida de la población. Por ejemplo, la crisis alimentaria en África Oriental y el sur de África se ha visto agravada por fenómenos climáticos como las sequías o las inundaciones, sumadas al aumento de los precios de los alimentos a nivel global, un aumento asociado a los cierres durante la pandemia y a otras interrupciones de la cadena alimentaria relacionadas con la guerra entre Rusia y Ucrania.
Muchas de las personas desplazadas son mujeres, niñas y niños. Aisha Ibrahim, de 37 años, ha explicado a Oxfam Intermón que tuvo que caminar durante cuatro días con sus cuatro hijos, desde su hogar en Sudán hasta Joda, al otro lado de la frontera en Sudán del Sur. Dejó atrás a su marido para proteger su hogar. "Antes vivía en una casa de verdad. Nunca me habría imaginado estar en esta situación", ha afirmado.
Teniendo en cuenta la situación actual, el compromiso de la comunidad internacional de lograr el objetivo "hambre cero" para 2030 continúa siendo poco realista. Oxfam Intermón afirma que los Estados y las instituciones de todo el mundo, incluido el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, deben exigir responsabilidades a quienes cometan "crímenes de hambre", de acuerdo con el derecho internacional.
"Para romper el círculo vicioso de la inseguridad alimentaria y los conflictos, los líderes mundiales deben abordar de frente las condiciones que los generan: el legado colonial, las injusticias, las violaciones de los derechos humanos, y las desigualdades, en lugar de ofrecer soluciones rápidas que solamente funcionan como parches".
"No podemos poner fin a los conflictos limitándonos a inyectar inversión extranjera en países asolados por ellos, sin abordar las verdaderas causas de las profundas desigualdades, los agravios generacionales y las violaciones de los derechos humanos que alimentan esos conflictos. Los esfuerzos por lograr la paz deben ir acompañados de inversión en protección social y fomento de la cohesión social. Las soluciones de carácter económico deben priorizar el comercio justo y los sistemas alimentarios sostenibles", ha afirmado Farr.
Notas para la edición:
Periodista - Departamento de Comunicación
Oxfam Intermón es miembro de la confederación internacional Oxfam.