La alianza People’s Vaccine advierte de que vacunar al mundo podría ser por lo menos cinco veces más barato si las empresas farmacéuticas no se estuviesen aprovechando de su monopolio sobre las vacunas contra la COVID19.
Pese al rápido aumento de los casos de COVID19 y las muertes por coronavirus en los países en vías de desarrollo, Pfizer/BioNTech y Moderna han vendido hasta la fecha más del 90% de sus vacunas a los países ricos y han llegado a multiplicar por 24 el coste de producción estimado. La semana pasada, Pfizer/BioNTech anunció que autorizaría a una empresa sudafricana a rellenar y envasar 100 millones de dosis para distribuir en África, pero esto no es más que una gota de agua en un océano de necesidad. Ninguna de estas dos empresas ha accedido a transferir completamente la tecnología y los conocimientos sobre la vacuna a ningún productor capacitado en países en vías de desarrollo, un gesto que podría aumentar el suministro global, reducir los precios y salvar millones de vidas.
El análisis de las técnicas de producción de las vacunas punteras de ARN mensajero producidas por Pfizer/BioNTech y Moderna —desarrolladas únicamente gracias a los 8.300 millones de dólares provenientes de fondos públicos— sugiere que estas vacunas podrían fabricarse por apenas 1,20 dólares la dosis. Sin embargo, COVAX, el mecanismo implantado para facilitar el acceso a las vacunas contra la COVID19, ha estado pagando, de media, casi cinco veces más. Asimismo, COVAX ha tenido problemas para conseguir las dosis suficientes y al ritmo necesario debido a un suministro inadecuado y al hecho de que los países ricos se hayan colocado a la cabeza de las colas prestándose a pagar precios excesivos.
La alianza afirma que, sin el monopolio farmacéutico sobre las vacunas que restringe el abastecimiento e incrementa los precios, el dinero que la COVAX ha gastado hasta la fecha podría haber bastado para administrar la pauta completa a toda la población de los países de rentas medias y bajas con vacunas a precio de coste, de haber habido un suministro suficiente. En lugar de eso, en el mejor de los casos, COVAX habrá vacunado al 23% para finales de 2021.
La alianza, integrada por casi 70 organizaciones como la Alianza Africana, Oxfam, Salud por Derecho y ONUSIDA entre otras, sostiene que la reticencia de algunos países ricos a respaldar la eliminación de los monopolios y bajar estos precios excesivos ha contribuido directamente a la escasez de las vacunas en los países más pobres.
Beatriz Novales, directora del área de Programas, Incidencia y Ciudadanía de Oxfam Intermón señala que “mientras las multinacionales farmacéuticas sigan monopolizando una tecnología que salva vidas, seguirán priorizando los contratos que puedan brindarles los beneficios más excesivos y dando la espalda a los países en vías de desarrollo”.
“Con los presupuestos de los gobiernos en crisis en todo el mundo y los casos de COVID-19 al alza en muchos países en vías de desarrollo, es el momento de dejar de subvencionar a los multimillonarios. Es el momento de anteponer las personas a los beneficios.”
Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA, afirma que “día tras día, en todo el mundo mueren profesionales sanitarios en primera línea. Solo Uganda ha perdido a más de cincuenta sanitarios en apenas dos semanas. Esto recuerda a una época en la que millones de personas morían de VIH en los países en vías de desarrollo porque el precio de los medicamentos que podían salvarles era demasiado caro”.
“Veo que en los países vacunados se están salvando vidas, incluso a pesar de la expansión de la variante Delta, y quiero lo mismo para los países en vías de desarrollo. Es criminal que la mayor parte de la humanidad siga enfrentándose a esta cruel enfermedad sin protección porque el monopolio farmacéutico y los superbeneficios se consideran más importantes”.
Aunque algunos países ricos han comenzado a redistribuir parte del excedente de dosis y se han comprometido a donar recursos, esta caridad no basta para solucionar los problemas de suministro de vacunas a nivel global. La alianza People’s Vaccine pide a los gobiernos insistir en la transferencia de la tecnología de las vacunas, a fin de posibilitar que las puedan producir los fabricantes cualificados de todo el mundo, especialmente de los países en vías de desarrollo. Los gobiernos también deberían aprobar urgentemente una supresión parcial de las patentes relacionadas con las tecnologías COVID-19, tal y como han propuesto India y Sudáfrica.
La liberalización, que cuenta con el apoyo de más de 100 países, entre ellos Estados Unidos y Francia, ha entrado en negociaciones formales en la Organización Mundial del Comercio, que ha vuelto a reunirse esta semana. Sin embargo, la propuesta se ha topado con el bloqueo sistemático de Alemania, el Reino Unido y la Unión Europea.
Maaza Seyoum, de la Alianza Africana y de People’s Vaccine en África, afirma que “Permitir que los fabricantes de los países en vías de desarrollo produzcan las vacunas es la manera más rápida y segura de aumentar el suministro y conseguir un descenso drástico de los precios. Cuando esto se hizo para el tratamiento contra el VIH, asistimos a una caída de los precios de casi el 99 por ciento”.
“¿Qué razón pueden tener los gobiernos de Alemania, el Reino Unido y la Unión Europea para desoír las peticiones reiteradas de los países en vías de desarrollo de poner fin al monopolio de las vacunas y así poder aumentar la producción y reducir los precios?”
Menos del 1% de la población de los países de renta baja ha recibido la vacuna, al tiempo que los beneficios de Moderna y BioNTech han convertido en multimillonarios a sus máximos directivos.
Según un análisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS), antes de la pandemia, los países en vías de desarrollo pagaban una media de 0,80 dólares por dosis en todas las vacunas que no fueran contra la COVID-19. Aun cuando todas las vacunas son diferentes y las nuevas puedan no ser directamente comparables, incluso una de las vacunas contra la COVID-19 más baratas del mercado, la de Oxford/AstraZeneca, cuesta casi cuatro veces más; la vacuna de Johnson and Johnson multiplica ese precio por 13; y las más caras, como la de Pfizer/BioNTech, la de Moderna y la de la china Sinopharm, llegan a multiplicarlo por 50.
Es fundamental que los fabricantes de vacunas se vean obligados a justificar por qué sus vacunas son más caras, pero la competencia abierta también es clave para reducir los precios y aumentar el abastecimiento. Todas las vacunas, antiguas y nuevas, solo bajan de precio cuando hay varios competidores en el mercado.
Es la primera vez en la historia que los gobiernos compran tantas dosis de vacunas para una sola enfermedad y la producción a gran escala debería haber abaratado los costes, con lo que las empresas podrían haber cobrado precios más bajos. Sin embargo, según se sabe, la UE ha pagado precios todavía más altos por su segundo pedido a Pfizer/BioNTech. Se prevé que este dramático incremento de precio continúe a falta de medidas gubernamentales y con la posibilidad de que se necesiten inyecciones de refuerzo en los años venideros. El presidente de Pfizer ha sugerido unos potenciales precios futuros que llegarían a los 175 dólares por dosis –148 veces más que el coste de producción estimado. Y dado que las empresas farmacéuticas ya prevén cobrar precios tan altos por las vacunas de refuerzo, seguirán vendiendo dosis a los países ricos en detrimento de la protección de vidas a nivel mundial.
En un informe publicado hoy, la alianza People’s Vaccine destaca varios ejemplos de cómo tanto los países en vías de desarrollo como los más ricos han estado posiblemente pagando un sobrecoste:
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Notas para la edición:
People’s Vaccine es una alianza de organizaciones y activistas unidos bajo el objetivo común de hacer campaña por una "vacuna universal" para el COVID-19. Esto se basaría en el conocimiento compartido y estaría disponible gratuitamente para todos en todas partes: un bien común mundial. Los miembros de la alianza incluyen Free the Vaccine, Global Justice Now, Public Citizen, Yunus Center, Frontline AIDS, Amnistía Internacional, Oxfam, SumOfUs y ONUSIDA. Está respaldada por líderes mundiales pasados y presentes, expertos en salud, líderes religiosos y economistas.
Periodista - Departamento de Comunicación
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