UNICEF España, Oxfam Intermón, Save the Children y Acción contra el Hambre, instan a una acción “urgente, decidida y colectiva” para impedir la muerte de 49 millones de personas, algo más que el equivalente a la población total de España, ante el riesgo inminente de una hambruna en el mundo agravada por “las 3 C”: los conflictos –como el de Ucrania, la crisis climática y la COVID-19.
La voz de alarma de estas cuatro organizaciones internacionales de ayuda humanitaria tiene lugar en vísperas de la reunión del G7 en Berlín, del 26 al 28 de junio. De hecho, el llamamiento reclama que sea una acción liderada por los gobiernos de los países de altos ingresos, las agencias multilaterales y las instituciones financieras.
El objetivo es frenar una “catástrofe humanitaria de dimensiones aún desconocidas”. La desnutrición y la falta de alimentos han colocado ya a unos 181 millones de personas en todo el mundo en riesgo de vulnerabilidad extrema, de las que unos 49 millones están al borde de la hambruna. Aunque se trata de una crisis global y hay poblaciones afectadas en distintas zonas del planeta, la situación es dramática, una vez más, en el Sahel occidental y en el Cuerno de África.
En el Sahel occidental –sobre todo en Nigeria, Níger, Burkina Faso, Chad y Malí- el número de personas que necesitan ayuda alimentaria de emergencia se ha quintuplicado entre 2015 y 2022, pasando de 7 a 38 millones. Mientras, el Cuerno de África –Kenia, Etiopía y Somalia principalmente– sufre su sequía más larga en los últimos 40 años y 23 millones de personas se enfrentan al hambre extrema.
Las cifras son, si cabe, más preocupantes en el caso de los niños y niñas menores de cinco años y de las mujeres, que son siempre los más vulnerables ante este tipo de crisis. La creciente crisis alimentaria mundial ha provocado que, en los 15 países más afectados, la mayoría situados en el Cuerno de África y el Sahel occidental, el número de niños y niñas con desnutrición aguda grave haya aumentado en 260.000 niños más –1 niño cada minuto– desde principios de este año, alcanzando casi los 8 millones. Solo en Somalia, 350.000 niños y niñas podrían morir este mismo verano si no reciben tratamiento, mientras que en el Sahel, un total de 6,3 millones tendrán desnutrición aguda, lo que supone un aumento del 28% respecto al año pasado.
El contexto era ya gravísimo antes del inicio de la guerra de Ucrania en febrero, pero el conflicto y la consiguiente crisis de refugiados en Europa no ha hecho más que potenciarlo. Al incremento desmesurado del precio de los combustibles y de los alimentos básicos, y la interrupción de los suministros, se suma que muchos países dependen en gran medida de las importaciones de Rusia y Ucrania. En concreto, 14 países de renta baja o media-baja, con altos niveles ya de hambre y deuda, importan más del 50% de su trigo de esta región del mundo (Eritrea el 100%, Somalia el 92% y Yemen casi la mitad).
Además, una parte de los fondos humanitarios se están desviando de emergencias como la del Sahel, Siria o Yemen –que ya estaban subfinanciadas–, para atender con prioridad a la situación en Europa. Es necesario actuar de forma inmediata sobre las causas y si la ayuda tarda en llegar o no llega, el número de personas desnutridas en el mundo aumentará en 2022 y 2023, y millones de niños no recibirán tratamiento contra la desnutrición aguda grave, por lo que sus vidas están en peligro.
“No estamos ante una crisis de escasez de alimentos; nos encontramos con que se usa, descaradamente, el hambre como arma de guerra. Permitir que millones de personas mueran en el mundo por hambre, así como dejar que las grandes empresas encuentren oportunidades para beneficiarse de esta catástrofe, no es otra cosa que un gran fracaso político”, ha señalado el director general de Oxfam Intermón, Franc Cortada.
“A fecha de hoy hay 14 millones de niños y niñas que están en riesgo de hambruna (…) Es imprescindible que haya una respuesta acorde con esta situación y con este reto, una respuesta que debe venir fundamentalmente de los gobiernos, pero también de la sociedad, de los medios de comunicación, para evitar que esta crisis se convierta en la mayor que hemos visto sobre la infancia en estas últimas décadas”, ha explicado el director ejecutivo de UNICEF España, José María Vera.
“Lo que enfrentamos es hambre a una escala de proporciones desconocidas. Millones de niños y niñas pueden perder la vida este mismo verano a causa de la desnutrición y la falta de alimentos. Estas muertes no son inevitables, no son necesarias. Es imprescindible que la comunidad internacional se movilice para eliminar el bloqueo de cereal que hay en este momento en Ucrania”, ha explicado por su parte el director ejecutivo de Save the Children, Andrés Conde.
“En este momento hay una ‘tormenta perfecta’. La gente ha agotado sus reservas, los precios están muy altos y la capacidad de resiliencia está agotada. Nos parece fundamental que haya una respuesta internacional. Hay tres zonas del mundo donde todos los indicadores están disparados: Oriente Medio, África, incluso Latinoamérica, porque el precio de la comida está mucho más allá de lo que la gente puede aguantar”, ha apostillado el director general de Acción contra el Hambre, Olivier Longué.
Recomendaciones al Gobierno de España
En consecuencia, las cuatro organizaciones instan al Gobierno español a considerar las siguientes propuestas para dar una respuesta adecuada a esta crisis humanitaria de dimensiones y alcances excepcionales en el corto plazo:
- Movilizar los fondos humanitarios necesarios, asegurando acceso y protección de las personas en situación de riesgo, especialmente los niños y niñas. En este sentido, se insta al Gobierno a que incremente la ayuda humanitaria al 10% de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) en 2022 y 2023, y que esta se canalice a través de los diversos actores humanitarios para garantizar que llegue de forma efectiva a sus destinatarios.
- Promover políticas que aseguren el acceso a servicios básicos en sociedades más expuestas a la crisis y que adecúen sistemas agroalimentarios para una mayor sostenibilidad y resiliencia frente a futuras crisis. Al respecto, se propone al Gobierno que apoye la articulación de la coordinación multilateral de la respuesta a la crisis a través del Comité de Seguridad Alimentaria, presidido ahora por nuestro país.
Por último, las cuatro organizaciones extienden su llamamiento de ayuda a la ciudadanía española, y especialmente a los medios de comunicación, para que den visibilidad y sean actores clave a la hora de crear opinión pública sobre esta crisis.